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Qué tener en cuenta para obtener alfalfa de primera calidad

La alfalfa es la base nutricional del ganado, además de ser considerada la reina de los forrajes por sus propiedades. Para obtener alfalfa de calidad, es importante contemplar múltiples aspectos, que implican desde el conocimiento del suelo de siembra, la elección de las semillas junto con la densidad necesaria y también el tipo de riego.

Desde Foodco te proponemos un abordaje de estos distintos aspectos en esta nota.

La preparación del suelo

Este es un factor crucial, ya que es "donde comienza" todo. El suelo debe ofrecer un ambiente adecuado para la semilla. Por ello, una de las primeras cosas a tener en cuenta es si requiere nivelación, su profundidad, que permita un buen drenaje, que no presente capas duras cercanas a la superficie y que sea de baja salinidad. Debe permitir el buen contacto suelo-semilla.

El agua

Si bien la alfalfa puede resistir el déficit hídrico, éste debe pensarse en condiciones excepcionales. El agua es necesaria para lograr un buen rendimiento de materia seca por hectárea. Es conveniente evitar los excesos, manteniendo un regado moderado pero continuo. En caso de no poder disponer de un caudal de agua suficiente, lo mejor es limitar las hectáreas de cultivo de alfalfa, pero garantizar su hidratación.

Tipo de semilla y elección

Un aspecto de gran relevancia, ya que garantiza sanidad y productividad. Las semillas que no cuentan con certificación se mezclan con impurezas y malezas que complican el cultivo y aumentan los costos.

La siembra y la densidad de la siembra

El “cuándo” de la siembra plantea distintas posturas: otoño o primavera. Cualquiera de las dos respuestas es válida, pero debe ir de la mano del tema “malezas”. Si se trata de un campo que está limpio de malezas, entonces se puede empezar la siembra en cualquiera de los dos momentos.

Si el lote presenta malezas,  lo mejor es hacerlo en otoño, pero con un control pre siembra y siembra, con herbicidas totales y pre emergentes respectivamente, según la etapa.

Si bien con el tiempo la alfalfa le gana a las malezas, inhibiendo su crecimiento, en sus primeros años resulta más débil, por lo que es importante brindarle una ayuda “extra”.

Respecto a la densidad de siembra (Kg/ha), mientras la siembra sea más “improvisada” y con menos tecnología, se requerirá de más semillas. Cuando la siembra es al voleo, aumentan las probabilidades de semillas que no lleguen a germinar, o que queden al descubierto. Entonces se aumentan los kilos por hectárea para asegurarnos los resultados que buscamos.

Una regla que suele tenerse en cuenta es que si no se cuenta con tecnología, entonces debemos pensar en hasta 20 Kg/ha en siembras convencionales al voleo y 10 Kg/ha en siembra directa.