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2 claves en la producción de alfalfa

La alfalfa representa un componente fundamental en la alimentación del ganado, ya que aporta numerosos nutrientes. En ocasiones, en su calidad de forraje, se desestiman los cuidados que deben ser propiciados si buscamos obtener resultados de calidad. 

Desde Foodco, productores de alfalfa, hoy les vamos a contar sobre dos aspectos a los que debe atenderse para una producción óptima: la semilla y la elección del lote y el suelo de cultivo.

Elección del lote 

Dicen que una buena base es lo que le da sostén a la estructura. En el caso de la alfalfa, entonces debemos pensar en el lote en donde será cultivada, en las condiciones que presenta el suelo. Por eso, si lo que buscamos es optimizar la producción, si o si debemos apuntar a un trabajo en un buen lote, conociendo cuál es el cultivo antecesor.

También es fundamental, como ya mencionamos, conocer cuáles son las condiciones de dicho suelo, para determinar por ejemplo, cuáles son los niveles de fósforo, de calcio, de Ph, entre otros componentes, que tiene incidencia en la producción. De esta manera, podemos conocer cuáles son aquellas debilidades sobre las que tendremos que trabajar y así reducimos riesgos.

Asimismo en el lote, debemos apuntar a una cama de siembra fina, sin rastrojos, porque la semilla de alfalfa es muy pequeña, por lo que si no logramos una siembra uniforme, por ejemplo por un suelo desparejo, perdemos productividad.

Como dato adicional, tener en cuenta que como la semilla es pequeña, en la siembra la profundidad debería ser entre el 0,5 y 1,5 centímetro de profundidad.

Por otro lado, aquí también es importante relacionar con un aspecto clave en la producción que es la elección de la semilla: el potencial de semilla podrá ser aprovechado en tanto el suelo sea optimizado.

Semillas de calidad
Continuando con el punto anterior, antes que nada es bueno advertir que es conveniente trabajar con materia prima de garantía: esto quiere decir que es mejor comprar semillas que cuenten con la debida certificación.

Por otro lado, también hay que decidir cuál será el destino de la producción obtenida: no es lo mismo si será para corte que si será para pastoreo. En el primer caso, por ejemplo, se trabaja con grupos de latencia seis o siete, mientras que en el segundo caso sería grupos ocho o nueve, sin latencia.

En este sentido, por ejemplo, los resultados son distintos ya que:
** las alfalfas de grupos seis y siete, los grupos cortos, dan como resultado un forraje de buena calidad, con más hojas y de tallos más finos.
** Las del otro grupo, ocho y nueve, son grupos que tienen mayor velocidad de rebrote, pero con tallos más gruesos, además de perder la hoja del tercio inferior.
En conclusión, dos puntos importantes a abordar tienen que ver con el suelo y la semilla. Sin dudas, en esta nota quedaron sin abordar otras cuestiones claves como el control de las malezas e insectos que podrán encontrarlos en otros posteos.